Dejarse llevar

Esta última semana he sido testigo de eso que se dice «dejarse llevar». Da igual que cuente o no todo lo que ha ido aconteciendo con el paso de las horas desde que cogí el avión camino de BCN en compañía de mi compañera Maider. Lo que importa.. que los acontecimientos se han ido sucediendo con naturalidad, algo de vértigo y mucha verdad. Que la amistad tiene mucho que ver en que todo lo que esperamos y suceda con ese pálpito de incertidumbre, resultado de un momento relajado de confianza en las personas con las que compartes esos momentos y sobre todo la seguridad que te reportan. La parte laboral salió muy bien, la conexión profesional trascendió a lo personal y se notaba la generosidad. El resto del fin de semana.. Imanol lo hizo todavía más fácil. Se notaba la susencia física y las ganas de de ponernos al día… no importaba el cansancio físico acumulado… solo importaban las horas limitadas del fin de semana que teníamos para aprovecharlas al máximo. Todo lo demás… lo ponían el resto de personas que acompañan la vida de Imanol (sobre todo Carlos) y en el marco ideal que es la ciudad de BCN. El buen tiempo.. las calles del Raval, bailar en la playa de Sitges bajo la luna.. no importaba nada más.. solo echaba en falta a mi chico, más Mugatik que nunca al otro lado del charco, en San Francisco, pensando en la importancia del compromiso político mientras visita la tienda de fotos de Harvey Milk. Ahora se por qué te quiero tanto y sobre todo te admiro…
Me he vuelto con mucha pereza, cansado…. pero muy conectado a todo lo que está ocurriendo a mi alrededor. Es una mezcla extraña pero es lo que mantiene vivo. Lo demás.. los reencuentros con las personas…. esos ya los provocaremos. Como siempre nos dejaremos llevar y sucederán cosas maravillosas…
Como en la canción de Vetusta Morla: