Cuando estaba en ese bosque solo, mirando a un infinito enrevesado de troncos y ramas que no dejaban ver más allá, conseguí verte, tenerte enfrente mío el tiempo suficiente para conseguir una respuesta, una mirada de complicidad, una mano en mi hombro… un aliento… era cuanto necesitaba para sentir que podía seguir adelante contigo al lado. Es ese paso necesario que yo necesito dar con mis ausentes para poder sobrellevar precisamente esa ausencia.
Meses después de estar en ese bosque, cosigo contarte lo que fui a buscar, en parte porque es ahora, em estos momentos de inflexión en lo personal y lo profesional respecto a mi lugar en la oficina, cuando más siento tu presencia a mi lado y al mismo tiempo tu ausencia. Y mi única reacción posible es la rebeldía. En estos momentos me rebelo ante lo que veo, me rebelo ante lo que siento… y no puedo quedarme quieto y en silencio en un momento clave y crítico y con los tiempos de recortes que se nos avecinan. Si algo he aprenddo en los últimos años es que no hay que tenerle miedo a nada. EL miedo no es buen compañero, te ata, te amordaza y te paraliza por completo. Y precisamente «miedo» es lo que veo a mi alrededor todos los días. Solo que para colmo es un miedo cicatero y ruin.
No se cómo van a terminar las consecuencias de mi rebelión, pero sí tengo claro que no pienso dejarme vencer.
Respecto a ti… sencillamente me gusta que andes merodeando a nuestro alrededor constantemente.. tienes pinta de estar pasándotelo increiblemente bien… no te envidio.. ejem.. pero al menos me alivia que sigues al pie del cañón como siempre. Yo seguiré llendo a ese bosque cada cierto tiempo, porque me gustó estar allí solo… pensando que me encontraba contigo y poniendo las cosas en paz.. poniéndome en paz conmigo.
3 ideas sobre “En el bosque”
Bienvenidos sean los bosques… y las rebeliones!!
bien hallados, los que saben que tienen que ir a un bosque y a que ir. besos mi capitan
cosas que se pueden hacer gracias a vuestro aguante.. un besazo!!