Somos lo que exploramos, lo que experimentamos y vivimos. Pero también lo que contamos.
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Sobrevivimos por el amor verdadero

Hoy era uno de esos días de derrota anímica… uno de esos días en que uno salía de su casa pensando en que, en ocasiones deberíamos tener la capacidad de detener o adelantar el tiempo para poder disfrutar los pequeños momentos en que la felicidad o el disfrute de las cosas y las personas buenas son prioridad. Pese a que la pesadez provocada por la bajada a los infiernos de la rutina sigue intacta, el ánimo y la alegría interna han remontado satisfactoriamente. Mi chico ha tenido sin duda gran parte de culpa, recordando de forma sencilla con un pequeño detalle musical lo que de verdad el amor provoca: mirar con serenidad hacia delante y sin miedo sabiendo que a tu lado hay alguien que marcha contigo, y sabe esperar cuando es necesario parar. Este fin de semana he vuelto a ser testigo de ese vértigo especial que se siente ante la novedad de un nuevo amor… ante la novedad de poder volver a sentir algo especial por una persona y tener esa incertidumbre de no querer meter la pata para que todo salga bien… Una pena no haberlo vivido completo la próxima semana, pero pese a todo, solo puedo dar las gracias de todo corazón por haberme dejado ser un testigo especial. Ese encuentro me hizo recordar por qué llevo 9 años menos 2 meses compartiendo vida y mucho más con la misma persona, y todavía sigo sintiendo el mismo vértigo cada día.. un vértigo que evoluciona y se transforma con el tiempo y las vivencias juntos, pero que siempre te lleva al mismo lugar donde todo empezó aquel 15 de marzo.
De ese encuentro en Madrid no queda tanto que decir si no esperar a que la magia haga su trabajo y la felicidad de los protagonistas se torne completa. De verdad que lo deseo.

Por lo demás solo queda seguir en el día a día como siempre… luchar para hacer mejor el entorno y las personas que hay a nuestro al rededor, y seguir recordando a aquellas personas que contribuyeron a hacernos mejores personas. A alguno le debo una entrada que me permita hacer cierto balance de los momentos superados el pasado año y a otras les debo una profunda reflexión que nos ayude a dar luz al camino que nos queda por recorrer en lo laboral. Y a una en especial le debo una visita a su reformada casa y retomar el calor de su sillón orejero y su conversación… que falta hace. Como siempre las tripas mandan y esta tarde lo que me pedían es sacar las emociones más recientes ocurridas este fin de semana en Madrid.

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