Han pasado los días y aunque todo parece haberse enfriado tras la resaca electoral, algunos seguimos dándole la vuelta a todo lo sucedido, no solo en la campaña electoral y sus resultados, si no también en los frenéticos meses anteriores y en cómo afrontar el futuro.
Por supuesto hablo de EQUO y la decisión que tomé de volver a la actividad política a través de dicho partido.
Podría ponerme a hablar de los resultados, de los errores cometidos y los aciertos.. podría ponerme a valorar el contexto que no nos ha sido favorable o detectar estrategias que poner en marcha lo antes posible para seguir construyendo el proyecto. Pero yo me quedo con las personas. Me quedo con las compañeras y compañeros con los que llevo apenas unos meses embarcado en un proyecto que después del pasado 20 de noviembre, tiene todavía más futuro.
Por primera vez en muchos años me he vuelto a sentir vivo en la política, en el activismo, en la construcción de un proyecto diferente que aglutina valores que hacen que uno vuelva a sentir que no todo está hecho, que no todo está perdido. Por primera vez en muchos años he empezado a recuperar de nuevo la fé en las personas. Una fé que solo me quedaba en unas pocas personas de mi entorno más próximo, pero me era imposible vislumbrar en otros entornos.. y mucho menos en el político tras la desastrosa trayectoria protagonizada por antiguos compañeros de EB.
Por esta razón quiero incidir en las personas con las que he compartido y comparto militancia durante la creación de EQUO y la última campaña electoral. Es mi más urgente preocupación a la hora de pensar en el futuro de EQUO y sobre todo de cara a los pasos a seguir en los próximos meses. Lo miro con preoupación pero con un optimismo fresco, sabiendo que estamos en el momento oportuno para sentar las bases dentro de EQUO de una manera diferente de militar, de organizarnos, de relacionarnos (entre nosotras/os y con el exterior) de comnvivir en definitiva en espacios donde el debate y las diferencias de opiniones se tienen que dar y se van a dar inevitablemente. Lo cual, a mi personalmente me parece saludable, porque nos va a reforzar y nos va a ayudar a poner en la misma dirección toda la energía y savia nueva que todavía rezumamos ante la novedad del proyecto y las ganas que se le ponen siempre al inicio de los nuevos proyectos.
Durante muchos años he sido testigo de situaciones increibles entre compañeras y compañeros de militancia. Creíamos que nada era imposible, que estábamos destinados a hacer juntos grandes cosas volcadas a transformar la sociedad. Que la amistad era parte fundamental de la militancia, fraguada en las horas ilimitadas de convivencia, de trabajo, de reuniones, de barras de bar, de veladas en casas donde debatíamos la utopía, escuchábamos la música, leíamos los libros y veíamos pelis cuyos mensajes e imágenies nos unían para toda la eternidad.
Con el paso de los años no ha quedado nada de todo aquello. Se desvaneció con cada decisión tomada que no convergía con la marcada por el otro, con cada ruptura decidida cuando ya no había una salida consensuada. No solo se quebraban los lazos que mantenían la militancia.. se quebraba la amistad de forma brusca y repentina. Se cortaba una relación íntima y compartida y de repente éramos prácticamente y de forma incomprensible unos auténticos desconocidos.
Afortunadamente algunas personas me quedan de aquella época… y he de decir que me siento afortunado de manteneras junto a mí porque ese lazo que nos une se ha hecho con el tiempo y las desilusiones todavía más fuerte.
Es por ello que creo muy importante trabajar las emociones y los sentimientos de cada persona. Algo que para mi con el paso del tiempo y las experiencias vividas dentro y fuera de la poítica cobra mayor importancia.
Debemos trabajar mucho en cómo conseguir manejar toda esta carga emocional que estamos destapando, como reconducirla sin que nos genere sorpresas anímicas o decepciones (sobre todo ahora que nos empezamos a conocer y nos empezamos a ver en situaciones hasta ahora desconocidas) y mantener la motivación que hemos volcado en el inicio de la creación de EQUO y la campaña, de forma continuada en el tiempo.
Se trata de buscar herramientas y metodologías que nos ayuden a no perder la perpectiva de la importancia de las relaciones personales y emocionales por encima de los debates, los desencuentros, y las discusiones, por otro lado fundamentales, pero siempre conscientes de que superarlas es el objetivo común que nos lleve hacia el camino que nos marquemos.
EQUO ilusiona, y todas y todos queremos participar y hacer grandes cosas con este proyecto. Pero ante todo no debemos perder la frescura inicial, la ilusión por coincidir con personas diferentes remando en una misma dirección. El escalofrío de creer que somos protagonistas de una historia que está por hacer y escribir. ES EL MOMENTO.. no nos fallemos.. pensemos sin miedo más allá de nosotras y nosotros.
3 ideas sobre “EQUO y las personas”
Manejar los sentimientos, eso sí que es complicado, pero sin duda nos iba a dar un toque muy diferente al resto de partidos, para pasar de ser un partido de militantes/mano de obra a ser un partido de personas…
Se llama inteligencia emocional. Vale para discrepar, para afirmarse, para ganar debates y para perder votaciones. También para felicitar al que lo hace bien, para entender al que pierde y al que disiente, para no considerarlo un enemigo. Hace tiempo que tengo claro que las estructuras políticas no pueden funcionar sin ese tipo de inteligencia. Y cuando no se tiene (léase EB), hay que sembrarla, aprenderla. De lo contrario, todo se va al carajo.
Gracias por esta reflexión tan "inteligente".
gracias a ti Joserra. Ya no concibo estar en una organización, ya sea social, laboral o política donde este tema no se tome en cuenta.. y creo que la puesta en marcha de EQUO es una gran oportunidad que pueda evitar los mismos esquemas que se vienen dando en los partidos de siempre históricamente. Ahora se trata de encontrar la manera de ponerlo en práctica…
un abrazo!!