De paso por una ciudad, un día plomizo y con demasiado tiempo que rellenar entre dos citas de trabajo, el restaurante asiático de siempre para abrir boca me termina de convencer definitivamente de que no me gusta comer solo… y después… una eternidad de tiempo que malgastar hasta la hora fijada. Me meto en un centro cultural para, al menos, pensar que no pierdo el tiempo del todo… y una exposición me anima a experimentar con una serie de propuestas y reflexiones sobre la manera que tenemos las personas de interactuar con los museos.
Me imagino entonces esos grandes palacios, ese entorno monumental, cuyos muros parece que se van a caer sobre nuestras cabezas, con un exceso de mezclas de estilos superpuestos o mal combinados, aunque en ocasiones bien solucionados, pero siempre obligados a adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas propuestas artísticas…
El mero hecho de entrar en un museo, en ocasiones, se convierte en un ejercicio de responsabilidad… como si el propio edificio, el propio lugar te estuviera imponiendo un serio correctivo moral sobre el comportamiento que debes tener al pasar por sus salas majestuosas llenas de historia, siempre vigiladas por la tediosa mirada de un vigilante de seguridad que cuenta el tiempo que le queda para salir de allí…
La exposición no me dijo mucho, pero si me dio pie a pensar en la cantidad de veces que el cuerpo me ha pedido saltarme las reglas… y hacer aquello que se supone nunca debes hacer en un museo. Al mismo tiempo me acordé de las imágenes en que Bertolucci rememora en «The Dreamers» el pasaje de la película «Bande á part» de Jean-Luc Godard, donde tres jóvenes emprenden una carrera contra el reloj por las salas del museo del Louvre.
Lo seguirán haciendo hoy en día jóvenes en busca de cierta emoción y trasgresión?? me gustaría creer que si…
Me imagino entonces esos grandes palacios, ese entorno monumental, cuyos muros parece que se van a caer sobre nuestras cabezas, con un exceso de mezclas de estilos superpuestos o mal combinados, aunque en ocasiones bien solucionados, pero siempre obligados a adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas propuestas artísticas…
El mero hecho de entrar en un museo, en ocasiones, se convierte en un ejercicio de responsabilidad… como si el propio edificio, el propio lugar te estuviera imponiendo un serio correctivo moral sobre el comportamiento que debes tener al pasar por sus salas majestuosas llenas de historia, siempre vigiladas por la tediosa mirada de un vigilante de seguridad que cuenta el tiempo que le queda para salir de allí…
La exposición no me dijo mucho, pero si me dio pie a pensar en la cantidad de veces que el cuerpo me ha pedido saltarme las reglas… y hacer aquello que se supone nunca debes hacer en un museo. Al mismo tiempo me acordé de las imágenes en que Bertolucci rememora en «The Dreamers» el pasaje de la película «Bande á part» de Jean-Luc Godard, donde tres jóvenes emprenden una carrera contra el reloj por las salas del museo del Louvre.
Lo seguirán haciendo hoy en día jóvenes en busca de cierta emoción y trasgresión?? me gustaría creer que si…
3 ideas sobre “CORRER…”
Pues es curioso, porque yo sin haber corrido nunca por un museo, no tiendo a verlos como algo solemne y tal. Más bien mi actutid con ellos es de sentirme como en casa, en un sitio cercano y familiar. Me encanta sentarme en sus bancos, pararme en una esquina. Correr no… tampoco corro por mi casa, jejejeje.
En realidad me parece mucho más transgresor retar a uno mismo a ver los espacios de otra forma que realmente hacer algo que resulte transgresor pero que no supone ninguna toma de distancia ni ejercicio crítico con nuestras propias opiniones y conceptos «aprendidos».
He dicho… (jajajajajjajajajajajjaja)
jajajaja… Vulcanito, que intelectual te pones!!! Pues nada, querido Ekiots, cuando hacemos una de correr por el Guggy, por ejemplo? 😛
pero los jóvenes de Soñadores lo hacen por cinefilia. vreo yo, más que por transgresión. es como gritar New York Herald Tribune por los campos elíseos o hacer un singin’ in the rain cualquier día de estos, por esta ciudad de mierda, que estoy hartísimo. y ahora, frío. que ni pa’transgresiones estoy.
yo nl Guggy haría otras cosas…
besos a los dos (a los tres)