LA EXPERIENCIA DE COMPARTIR SENTIMIENTOS

A veces es difícil explicar estados de ánimo, a veces es difícil hacer llegar lo que sientes… y muchas veces simplemente no nos atrevemos a decirnos lo que nos pasa. Es difícil, y sobre todo me supone una tristeza y una impotencia que me come en exceso por dentro. Muchas veces pienso que lo mejor es ir directamente al corazón del problema, pero ese es un riesgo en ocasiones imprudente… que algunas personas simplemente necesitan sus tiempos, su entorno necesario, su paso por los diferentes estamentos internos para poder abrir ciertos sentimientos, o reacciones a comentarios o comportamientos externos que en ocasiones no llegamos a predecir el impacto que pueden suponer en la fibra más íntima del otro.
Y yo, que ya he empezado en los últimos días a regular mis impulsos, a reorientarlos y a volcarlos en las nuevas estrategias a seguir de cara a los próximos cambios, siento que andan provocando reacciones de descoloque, siento que no llego a ritmos de relación establecidos en una marcha imparable de la que no me quiero descolgar, pero necesito ralentizar para tener claro que es lo que pasa a mi alrededor y así no perder un control que necesito tener claro ahora más que nunca. Tampoco creo que sea algo tan malo… eso me permite ver con claridad esas relaciones y analizar donde se han podido producir ciertos fallos, que bien pueden ser debidos a ese ritmo endiablado de vida y planes que nos marcamos… que bien a veces nos lleva a hacer y decir cosas que pueden herir sentimientos en personas que queremos demasiado.. tanto que me dolería en lo más profundo dañar lo más mínimo de la enorme coraza que nos vamos construyendo para afianzar amistades y relaciones que tanto cuesta conseguir.
Pero soy optimista y confiado… como siempre suelo decir, siempre he creido en la bondaz de los desconocidos… pero aún mucho más, siempre he creido en el amor y la capacidad de los sentimientos de los conocidos y los más íntimos y me intento dejar la piel en conseguir el mismo sentimiento en los demás… y si veo que algo no hago bien, me entra toda esta desazón que ando arrastrando por miedo a una posible metedura de pata.

Mañana parto de nuevo a un viaje lleno de nuevas experiencias, encuentros, reencuentros y momentos para observar desde la humildad y así a la vuelta poder ser mejor y saber como desentrañar pequeños universos que marcan los detalles de cada día en nuestras relaciones con aquellos a quien queremos. Madrid siempre es un buen lugar para discernir todas estas ralladuras, y seguramente nos terminará dejando un buen sabor de boca que nos haga repetir la experiencia lo antes posible.