Somos lo que exploramos, lo que experimentamos y vivimos. Pero también lo que contamos.
Somos lo que exploramos, lo que experimentamos y vivimos. Pero también lo que contamos.

El año que vivimos peligrosamente

 

Recuerdo un momento de la peli El año que vivimos peligrosamente de Peter Weir, donde el personaje Billy Kwan, interpretado por Linda Hunt, conversa con Guy Hamilton (Mel Gibson) mientras pasean entre la miseria que padecen miles de personas por la ciudad de Yakarta. Kwan rescata esta pregunta recordando un pasaje del evangelio de Lucas, así como el título del libro de Tolstói:

¿Qué debemos hacer? 

Empezamos el 2022 esperanzados en salir mejores como sociedad, y con impulso a nivel económico, después de una pandemia que nos había puesto en jaque. 

Cuando todo  parecía ir en la buena dirección, nos vimos sacudidos por una guerra sin sentido, que no tiene visos de terminar pronto y cuyos efectos secundarios se han trasladado a nuestra economía tensionando el sistema energético, y aumentando la inflación. 

De nuevo la incertidumbre, las dudas y la falta de respuestas fáciles ante problemas complejos. Problemas globales que nos afectan de forma local y se entrelazan con otro de fondo, el “cambio climático”, que no se detiene y que requiere una mirada más profunda que nos ayude a ver nuestro planeta y nuestra vida dentro de él con perspectiva y a largo plazo.

¿Cómo atender a lo urgente y al mismo tiempo a lo importante, sin tener muy claras las respuestas ante lo que está por venir? De repente, la ciudadanía en general, así como otros agentes sociales y económicos, se ven en medio de situaciones insólitas a las que hacer frente desde la urgencia, sin tener muy claro cómo hacerlo. 

Creo que fue un acierto utilizar el European Green Deal como estrategia de recuperación post-covid. Es cierto que se sigue apostando por un modelo de desarrollo, que pese a denominarlo sostenible, sigue teniendo sus sombras y facilita mucho el “greenwashing”. Pero no hay duda de que los fondos europeos han supuesto un espaldarazo a políticas y estrategias que potencian la transición ecológica y que estas estrategias pueden ayudar, si se gestionan bien, a mejorar la vida de las personas y mejorar también la competitividad y la innovación de las empresas. 

Este marco estratégico propuesto desde la Unión Europea es muy alentador, pero la realidad nos ha mostrado lo difícil que es poner en práctica dicho marco desde las administraciones locales, más cercanas a las personas y a las empresas de nuestro entorno. Al final, todos los agentes implicados, ciudadanía, empresas y administraciones públicas locales, están más volcadas en solucionar los problemas urgentes del día a día y no es fácil parar un momento, levantar la cabeza e intentar buscar desde la reflexión estratégica el camino adecuado y las herramientas para trazar un cambio hacia la sostenibilidad: un modelo social y económico que esté acorde y encaje en los límites que el planeta nos está marcando y nos va a marcar en los próximos años.

“A los occidentales ya no les quedan respuestas” 

Esta frase extraída también de “El año en que vivimos peligrosamente” refleja bien la deriva en la que creo que Occidente, y más concretamente Europa, estaba inmersa hasta febrero de 2020. La dependencia de China en la pandemia y la dependencia energética de Rusia hasta la invasión de Ucrania son ejemplos claros de dicha deriva. Quiero creer que estos dos hitos han sido un punto de inflexión.

Aunque en la UE va todo muy despacio, los pasos y las decisiones parecen ser siempre tímidos, parece que en Europa volvemos a tomar de alguna manera las riendas para intentar encontrar nuestro rumbo. Un rumbo donde el “Green Deal” podría ser una herramienta realmente útil y práctica  y las personas y no los bancos vuelvan a estar en el centro. Y para que ese rumbo se haga realidad, desde nuestros pequeños ámbitos, nuestros espacios de acción, ¿Qué debemos hacer? y sobre todo, ¿Cómo debemos hacer?

Herramientas para un futuro en transición.

Desde mi proyecto de consultoría, llevo trabajando desde 2019 en la creación de espacios de encuentro y reflexión. Espacios que conectan personas y agentes diversos para generar e impulsar ideas innovadoras y proyectos que contribuyan a un modelo social y económico capaz de cohabitar con los retos que la transición energética y el cambio climático en general nos plantea para los próximos años.

Proyectos como el Climathon Eibar, WorkLan Social Lab, la “Summer School” del Máster SMACCs de la UPV-EHU o iniciativas de formación en criterios de sostenibilidad para personas emprendedoras como las que he desarrollado con DEMA para la red Sarekin, se van asentando como experiencias de intercambio de ideas y sobre todo permiten formar y activar a futuros profesionales desde un espíritu crítico y militante en la lucha contra el cambio climático.  

Los resultados de estos proyectos demuestran la importancia de juntar en torno a retos de futuro a jóvenes estudiantes y profesionales con otros más experimentados. Una experiencia vital de intercambio de ideas, valores y conocimiento que permite identificar y activar ideas con impacto positivo, que ayuden a la sociedad a ser más resiliente y pueda  adaptarse mejor a los efectos del cambio climático y la crisis energética.

De una manera intuitiva y militante al principio y desde una visión más estratégica posteriormente, llevo estos últimos años trabajando con la clara determinación de poder aportar desde lo que sé hacer a que proyectos como los que vengo desarrollando permitan buscar soluciones y contestar a preguntas como estas: 

Ante el reto de un futuro lleno de incertidumbres, donde el cambio climático nos marca el terreno de juego y nuestro comportamiento en él, ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo debemos hacer?

En colaboración con personas expertas en materia de sostenibilidad y transición ecológica de la UPV/EHU, ya estamos trabajando en nuevos proyectos con el objetivo de formar y aportar herramientas para un futuro en transición. Herramientas para reflexionar sobre lo que está por venir, herramientas para conectar y generar nuevas ideas que nos permitan saber qué debemos hacer y cómo debemos hacer. En definitiva, herramientas para  tomar de forma colectiva, las decisiones precisas para afrontar de forma resiliente el futuro incierto al que nos adentramos. 

Dejo 2022 con buenas sensaciones por el trabajo realizado y afronto un 2023 con esperanza y dispuesto a seguir transitando y ayudando a transitar. Que los cambios no son fáciles es algo que todas y todos tenemos claro. Solo si somos capaces de encontrar el espacio adecuado, ese “garaje del cambio” donde compartir y poner en común lo que debemos hacer y cómo lo debemos hacer, conseguiremos transitar hacia un modelo de sociedad más justo y habitable.

Nos vemos en el camino!!



Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

I accept that my given data and my IP address is sent to a server in the USA only for the purpose of spam prevention through the Akismet program.More information on Akismet and GDPR.