Como dice la peli, “la vida es eso que pasa como un relámpago”. Se podría decir que el 2021 ha sido para mí algo parecido a un relámpago. Apareció de forma repentina y violenta en el mes de enero. Me atravesó por la mitad y me recordó lo frágiles que podemos llegar a ser los seres humanos.
El resto del año fue experimentar un subidón de adrenalina en lo profesional, con ciertas dosis de dolor por un duelo totalmente desajustado y un merecido descanso al final del año.
Gracias a las buenas conversaciones me fue posible equilibrar la balanza que siempre se va hacia ese “hipe” o euforia provocada por los buenos resultados profesionales que se han ido dando a lo largo de este año. Y es que Javier siempre me baja a tierra y me hace ver las cosas con una mirada realista y sosegada.
Termino el 2021 en proceso de reflexión y transitando mi proyecto profesional para adaptarlo desde aquello que hasta ahora digo que soy y propongo, a aquello que realmente estoy haciendo. Este proceso empezó a vislumbrarse en 2019, tuvo su punto de inflexión durante el confinamiento de 2020 y se ha consumado a lo largo de 2021.
Como todas las transiciones, el camino está siendo largo y complejo. Un proceso de adaptación desde el aprendizaje, con un propósito muy claro y muy bien rodeado de personas con conocimientos diferentes que aportan y dan sentido a dicho propósito. No es fácil saber leer bien un contexto en constante cambio y sin un futuro claro. Caminar en el borde de la incertidumbre se ha convertido en algo normal y sin duda el COVID-19 lo está acentuando todavía más.
Es por ello que me ha tocado parar, observar y reflexionar más de lo habitual, mantener la calma para analizar y pensar bien las estrategias y aciones a poner en macha. Acciones que han ido aportando estructura y sentido a mi propuesta de valor.
El viaje continua, los pasos se van asentando, y lo más importante: que poco a poco este proceso de transición y adaptación de mi proyecto profesional va cogiendo forma y fondo. La buena noticia es que sus resultados verán la luz durante el primer trimestre del 2022.
“SI EL MUNDO DIGITAL HA CAMBIADO LAS REGLAS DEL JUEGO, EL CAMBIO CLIMÁTICO HA CAMBIADO EL TERENO DE JUEGO Y COMO NOS COMPORTAMOS EN ÉL”.
Recupero esta frase que utilicé para presentar las sesiones sobre cambio climático y empresa que organicé durante la “Sarekin Week”. La recupero porque creo que recoge muy bien por dónde va a caminar la propuesta de valor de mi proyecto.
Tenemos por delante el reto de aprender a movernos, a transitar y adaptarnos a un nuevo escenario en constante cambio, que es incierto y cuya estabilidad oscila a merced de decisiones macro que se escapan a nuestro control desde lo micro. Un escenario con el cambio climático como marco de fondo y el impacto de una pandemia cuyos cambios no sabemos muy bien hacia dónde nos llevan.
Nos toca por tanto aprender a entender la complejidad de este contexto y adaptar y habilitar nuevas culturas y comportamientos que nos permitan ser resilientes a dicha complejidad desde nuestros entornos y comunidades más cercanas.
Para afrontar este aprendizaje de lo complejo, es necesario dar con las herramientas que permitan acompañar a las empresas, administraciones públicas y a la sociedad en general hacia un nuevo modelo de sociedad, que no sabemos cómo será, que todavía está por definirse y que va a implicar un cambio de cultura radical.
Este es el increíble reto en el que quiero estar y en el que me voy a implicar. Soy tremendamente consciente de que no es tarea fácil y que va a requerir mucha paciencia, tiempo y muchos giros a lo largo del camino. Por eso sigo buscando personas aliadas con las que compartir este gran reto. Desde este texto de esperanza para el año que entra, dejo abierto un espacio de conversación para todas aquellas personas que os sintáis identificadas con mi propósito.
Seguimos!!!