Somos lo que exploramos, lo que experimentamos y vivimos. Pero también lo que contamos.
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“THE MOST BEAUTIFUL MOMENT”

UNA HISTORIA DE APRENDIZAJE DE ESTE EXTRAÑO 2020

Cualquiera que haya hecho una reflexión, un resumen sobre este 2020 que dejamos atrás, habrá empezado diciendo que sin duda ha sido un año con ganas de olvidar. Para mí ha sido un año lleno de emociones, frustración, miedos, esperanzas, mucha presión, pero también un año de aprendizajes y crecimiento en lo personal y sobre todo en lo profesional. Hace tiempo que no escribo en este bog, y creo que lo que me dispongo a contar es el pretexto adecuado para retomarlo.

De las muchas historias de crecimiento y aprendizaje que he tenido este año, me gustaría destacar una que me ha marcado profundamente. Mi historia con Javier Abril, amigo desde la infancia y compañero de aventuras profesionales en los últimos meses. Es precisamente este  viaje a nivel profesional, lo que me gustaría compartir como una de las mejores experiencias de este año. Un viaje que nos ha llevado a emerger una manera de hacer y trabajar el proceso creativo para afrontar cualquier tipo de proyecto.

Para introducir y entender esta historia, me gustaría compartir este vídeo de Alex Atala: “El recuerdo de un viaje. Un sueño que le llevó a entender el sentido de la vida, y el momento más hermoso de esta.

Esta historia de Alex Atala, es para mí una metáfora para acercarme a aquello que Javier y yo buscamos a la hora de entender nuestra proceso creativo cuando afrontamos un trabajo para un cliente.

Surge una pregunta: ¿por qué estamos haciendo esto? ¿Es esta una manera de conectar con el propósito del cliente? ¿Con su dolor, con su necesidad? Si no existe una razón desde la honestidad más brutal por la que merezca la pena afrontar un reto, es difícil conectar con la verdadera necesidad del cliente. Quizás son preguntas con una respuesta nada fácil, pero hemos llegado a la conclusión de que no concebimos afrontar un proyecto, con el doloroso viaje que implica un proceso creativo, sin tener clara la respuesta a ¿Por qué estamos haciendo esto?

Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?

Noviembre de 2019, durante un fin de semana en Barcelona en el que tuvimos la oportunidad de asistir  al curso de Arawana Hayashi organizado por EMANA, pudo ser un punto de inflexión entre Javier y yo.

Aunque este es un viaje que viene de muy atrás. Un viaje que parte de una relación de amistad que siempre ha estado influenciada por una necesidad de búsqueda de ese momento de belleza o pureza de las cosas (la flor de Atala). Una necesidad de comprender el por qué de todo. Conversaciones interminables por entender el arte, la música, el diseño, la creatividad para afrontar cada disciplina y cómo todo esto impactaba en nuestras vidas. O cómo la evolución de nuestras vidas eran el resultado de reflexionar de forma profunda sobre todo lo que nos generaba una inquietud. Una urgencia, una ansiedad por dar sentido al conocimiento que íbamos adquiriendo según avanzaban nuestras vidas, sobre todo en la época de la adolescencia y juventud.

Ahora, con la distancia del tiempo, somos conscientes de que no era fácil tener estas conversaciones y reflexiones con cualquier otras personas que estaban a nuestro alrededor, esa sensación de no encajar en la normalidad social.

A esta dificultad habría que añadir que Javier y yo no vivíamos en el mismo lugar. Y esto quizás ha sido una dificultad para desarrollar nuestra relación de amistad. Con el tiempo hemos ido armando una especie de poliedro compuesto de infinidad de pequeños momentos, conversaciones y miradas sesgadas por la distancia física y por el devenir de nuestras vidas personales; tan diferentes, tan parecidas. Con sus frustraciones, fracasos y también éxitos y aciertos. Este poliedro ha ido cogiendo su particular forma desde la experiencia y el aprendizaje, desde el recorrido de la vida hasta el momento en que un curso en BCN nos arrojó a los pies de una flor. Con toda su belleza y con toda la dureza de lo efímero.

En Barcelona pudimos experimentar nuestra relación de amistad de la misma manera que observamos y disfrutamos la belleza de una flor. Porque durante ese fin de semana nuestras vidas estaban a prueba por diferentes motivos personales y profesionales, supimos apartar todo lo que hay alrededor de la flor, nos quedamos con lo más puro, con lo más importante, con lo que siempre nos ha conectado en el tiempo: el poder de la conversación.

Fuimos conscientes de que lo que nos debía ayudar y llevar a superar cualquier dificultad eran precisamente esos montemos de intensidad  concentrada a través de conversaciones genuinas y únicas. Establecer un diálogo para abrazar y acoger el momento vital y la emoción de cada uno. Un diálogo que cuida y acoge. Esta manera de conversar es el camino que nos lleva a entender el por qué de las cosas. El por qué de nuestras vidas, pero también el por qué de cómo afrontar cualquier reto creativo, y por lo tanto, cualquier reto profesional.

Precisamente, esta manera de conversar ha propiciado a lo largo de este 2020 una manera de encontrar una vía de colaboración en lo profesional que hasta ahora no habíamos explorado. Es como si el poliedro hubiese estallado y liberado todo lo acumulado entre Javier y yo a lo largo de nuestras vidas y lo hubiese puesto al servicio de un nuevo escenario en nuestra relación: el ámbito profesional.

Afrontar cada reto, cada proyecto como algo único, intentando entender la belleza de la flor y todo el universo y la historia que la rodea. El ciclo de la vida a su alrededor. Intentar identificar ese instante único en que la flor se muestra en todo su esplendor, es algo que intentamos identificar con cada cliente. Emerger la autenticidad alrededor de su propósito, su trayectoria y encontrar el momento.. “the most beautiful moment”. Conectar con él y empezar a construir alrededor de él una propuesta única y genuina. Este debería ser el resultado de nuestro proceso creativo.

Creo que Javier y yo seguimos teniendo la misma ansiedad, la misma urgencia que cuando éramos jóvenes por buscar más allá de los límites establecidos para poder entender ese The most Beautiful moment”. Ese instante único que nos ayuda a dar sentido a nuestra vida, pero también a nuestros retos profesionales. Con el placer añadido de ver que son precisamente las conversaciones genuinas las que nos llevan hasta ese precioso momento. 

Pero esto es solo un punto de partida. Un viaje que continúa. Siguiendo el consejo del gran Xabier Iglesias sobre la necesidad y la importancia de “poner nombre a tus mierdas”, Javier y yo afrontamos este 2021 con varios retos profesionales a la vista, pero también con el reto de profundizar y dar forma y nombre a esta manera de entender nuestro proceso creativo.

No sé cuántas historias van a surgir de esta manera de entender y afrontar los retos profesionales que tenemos en común. Solo puedo decir que ha sido un maravilloso viaje de  reconocimiento de todo lo bueno que venimos acumulando y modelizando a través de ese particular poliedro que nos ha ayudado a entender todo lo que nos rodea. A partir de aquí, como dice Dave Grohl, ser conscientes de que cuando alguien pone toda su Fé en lo que quiere hacer, solo necesita abrir los ojos y encontrar el haz de luz que guíe su camino hasta dar con su «congregación».

Seguimos conversando…

 

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